La Mochila Austriaca, una alternativa para ganar eficiencia en el mercado de trabajo

Aprovechando la llegada de los fondos europeos para la recuperación de la economía española, el Banco de España elaboró recientemente su informe anual en el que aconsejaba la implementación de lo que conocemos coloquialmente como “mochila austriaca”, y proponía destinar parte de esos fondos europeos a financiar un porcentaje de esa mochila, sin que se produjera una pérdida de derechos adquiridos por los trabajadores y sin que la medida implicara mayores costes para las empresas.

 

¿Qué es la Mochila Austriaca?

La mochila austriaca consiste en un fondo de capitalización individualizado donde las empresas y/o trabajadores realizan una serie de aportaciones periódicas a un fondo, bien de gestión pública o privada, para cubrir como contingencia las extinciones de contrato – no sólo despidos – . Estas aportaciones se van acumulando a lo largo de toda la vida laboral, pudiendo acceder el trabajador a ellas cuando extinga una relación laboral o bien en el momento de su jubilación.

El trabajador no pierde el capital acumulado a lo largo de su vida laboral, aunque pase por diferentes empresas y porta consigo su fondo de capitalización dondequiera que vaya – de ahí la acuñación del término “mochila”-. Esto es una ventaja significativa respecto al modelo actual, en el que las indemnizaciones por despido solo se perciben si el trabajador es despedido en la empresa donde ha generado la indemnización.

Si esta medida se implementara en España, la aportación a este fondo podría funcionar como una contingencia más a financiar dentro de los Seguros Sociales. Si el trabajador cambia de empresa, el nuevo empleador se haría cargo de aportar las cotizaciones al fondo de capitalización individual del empleado.

No obstante, esta propuesta no es acogida con el mismo entusiasmo por empresarios y sindicatos, que son reacios a su implantación, pues a pesar de ser una medida garantista, implicaría la eliminación total o parcial de las indemnizaciones por extinción de los contratos, y permitiría que las empresas no tuvieran que asumir nuevos costes en el momento de extinguir una relación laboral o que los costes fueran mucho más reducidos que los actuales (en función de cómo se regule), lo que genera un gran recelo en la parte social.

A pesar de estas resistencias, este sistema alternativo a las actuales indemnizaciones por extinción de contrato podría resultar beneficioso tanto para empresas como para trabajadores.

 

¿Cuáles son las ventajas de la Mochila Austriaca?

1. Mejora la movilidad laboral voluntaria de los empleados a lo largo de su vida laboral. España es uno de los países con las indemnizaciones por despido más elevadas respecto a los países de su entorno y de la OCDE. Los trabajadores suelen ser reacios a cambiar de empleo cuando llevan mucho tiempo trabajando en una empresa por la seguridad que les proporciona la indemnización por despido devengada, dificultando que estos puedan cambiar de trabajo a empresas donde podrían maximizar su aportación de valor.

Esta nueva medida sin duda contribuiría mucho a mejorar la movilidad voluntaria y las decisiones de los trabajadores no se verían influidas por esta penalización regulatoria.

2. Mejora la flexibilidad laboral en los procesos de reestructuración empresarial, lo que permite a las empresas adaptarse a los ciclos económicos y a los cambios en las preferencias subjetivas de los consumidores con mucha mayor rapidez cuando las plantillas están sobredimensionadas. Además, en la actualidad las empresas concentran sus despidos en los empleados que han devengado menor indemnización al suponer un menor coste para la compañía. Con este nuevo escenario, los despidos se podrían concentrar en base al desempeño y al valor que aportan los empleados.

Tanto este punto como el primero, contribuyen a mejorar la eficiencia de las plantillas y la productividad laboral, al eliminar los malos incentivos para los trabajadores y empresas.

3. Contribuye a luchar contra la dualidad en el mercado de trabajo español. Es bien sabido, que en España la inmensa mayoría de contratos temporales están en fraude de ley, esto viene motivado por los elevados costes de despedir – 20 días por año para el despido objetivo o 33 para el despido improcedente -, de ahí que las empresas echen mano de la modalidad contractual temporal como mecanismo de flexibilización interna – indemnización de 12 días por año para la extinción del contrato -.

Los datos muestran cierta evidencia que a medida que se ofrecen más garantías a la protección del empleo del contrato indefinido o se encarece los costes de extinguir un contrato indefinido respecto a uno temporal, se eleva el porcentaje de temporalidad en el mercado de trabajo.

 

Como podemos apreciar en la imagen, España cuenta con unos de los costes más elevados para despedir en Europa y es a su vez el país con la temporalidad más alta respecto a los países de su entorno. Es evidente que este no es el único factor de la alta temporalidad del mercado de trabajo español, pero sí es un componente que afecta en ella, tal y como se desprende de la imagen.

La problemática de la dualidad en el mercado de trabajo tiene un impacto negativo en la productividad, ya que, las empresas no suelen invertir en formación profesional en empleados con contrato temporal, por lo que se dejan de adquirir habilidades que podrían potenciar su rendimiento laboral, pero no solo la falta de inversión es un problema, la alta rotación de un puesto de trabajo también afecta a la productividad, ya que los empleados tienen que pasar por una fase de adaptación (meses) hasta que empiezan a ser productivos.

Incorporando el sistema de capitalización individual para los despidos, se fomentaría mucho más la contratación estable.

4. Ofrece un sistema complementario a la pensión de jubilación si no hacemos uso del fondo de capitalización de forma anticipada durante nuestro periplo laboral, por lo que mejora la capacidad de ahorro de los empleados a largo plazo.

5. Podría acortar los periodos de desempleo. Con el actual modelo de indemnizaciones, muchos empleados no tienen prisa por reincorporarse al mercado de trabajo cuando son despedidos, puesto que tienen «un colchón» entre la indemnización recibida y la prestación por desempleo, sin embargo, este tipo de situaciones supone una problemática para los trabajadores, ya que permanecer mucho tiempo fuera del mercado podría involucrar la pérdida de habilidades profesionales o que estás se vuelvan obsoletas, lo que dificultaría su futura reincorporación al mercado de trabajo.

En definitiva, un sistema alternativo para las extinciones de contrato como la mochila austriaca, donde se capitalice el despido con unas aportaciones periódicas dentro de los seguros sociales, a cambio de eliminar la contingencia de indemnizar total o parcialmente a los trabajadores en el momento de su despido, parece que ofrece muchas más ventajas que inconvenientes. No obstante, esta medida debería ser implantada con ciertos matices y atendiendo a la singularidad del mercado de trabajo español, mediante un gran pacto con los agentes sociales. Con la llegada de los fondos europeos y como bien aconseja el BdE, puede ser un buen momento para implementar un sistema transitorio mixto donde se respeten los derechos adquiridos por los trabajadores hasta a la fecha y sin que ello suponga sobrecostes para las empresas.

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